No entres en este lugar, está condenado.
Aquí, donde los rayos de un sol moribundo deja paso a distantes astros centelleantes, en la comisura de los labios del horizonte, me despierta la claridad de la luna llena en mi amada noche.
Llamo hogar al bosque, criatura maldita por el resplandor de Selene, mi camino está en las sombras y eres mi alimento.
Siento tu calor, del latir de tu corazón, la sangre que circula por tu cuerpo, ya salgo. ¡Corre!
Me muevo entre los árboles, entre las sombras, te acecho, no sabes dónde estoy, pero yo te observo.
Siento tu miedo, ya sabes de mí, y sabes que te sigo, de nada te vale ya correr, te lo advertí, ya no hay salvación posible.
Ahora me ves con tu cara de pánico, quieres huir, pero no te dejo, tu alma se aleja mientras desgarro tu cuello.
Tranquilízate, todo cura, el tiempo está de tu parte. Y tu final, esta vez, no va a ser la muerte.
Ya sientes el cambio, lo sientes en tu piel, está en pleno cambio, tu camino ahora está conmigo.
En ti está ahora la maldición de correr salvaje por el bosque.
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